Poemas de Dave Oliphant
Traducción de Alejandro Cerda
La Lámpara de María
La necesitábamos desesperadamente
para ver y cenar del alimento que ella preparaba.
Como la casa prestada no era amo-
blada, no podíamos adquirir
una de esas caras, ya hechas,
las camas, etc., eran más apremiantes. Deci-
dimos que ella compraría sólo la pantalla
y usar una enorme botella de agua
purificada como base, y que yo, ¡yo debería
arreglarlo todo! Su confianza
empujándome, corté descuadrada
la madera, demasiado largos los alambres, rayas
por todas partes por mi mal
humor, juré no poder hacerlo,
y arranqué afuera lloriqueando,
caminé, deseando tanto ser poeta,
no un estúpido arreglalotodo.
Regresé sin un poema
y sin embargo amándola, con un mejor sistema
para iluminar el hogar.
Alambré de nuevo, corté de nuevo, rimé
el vidrio verde transparente
—y lo pegué como un verso que yo hubiera medido—
al bronce recortado,
sostuve la bombilla y el candelero, vi
los alicantes aferrarse
como una imagen, el lugar donde extraer
y amarrar las viejas ironías
como la noche más clara que el día,
hacer rebotar la claridad en la pintura del cielor-
raso, sobre la mesa combada yace
un lago, allí para que nos saciemos.
El Tapiz de Maríaantes de su consentimiento a mi insistente ruego
y contraria al oficial uniformado
que durante el juramento declaró el 2 de febrero
recuerde esta fecha que UD. ingresa a USA
como la más importante de toda su vida
queriendo decir que solo se había desposado
para escapar una torpe pobreza castellana
nunca tuvo la intención de abandonar su delgado país
sino de adoptar al igual que la bíblica Ruth moabita
como suyos ambos mi pueblo y mi tierra
aunque eso fue antes de conocerlos
pues una vez escuchado el crimen de palabras
en ingles y cuando en su tibia lengua maternal
se dio cuenta de nuestra profunda necesidad de aerosol para el cabello
y lápiz labial
y de haber sudado a los cuarenta grados de calor a la sombra
este cuadro de La Chimba ahora cuelga de la pared
y se torna más nítido a pesar de los días y la distancia
de ese valle de Chile donde transcurrieron sus veranos y su juventud
un cofre para no acarrear consigo disperso tal paraíso
de país en país y de casa en casa arrendada
hasta llegar a Illinois para zurcir una replica
de la parcela del abuelo que había cerca del Puerto de La Serena
con hilos de colores y algunos parches de género
trabajados sobre un espaldar de arpillera clavado a una vara:
el arroyo florido y la blanca cerca de estacas
el parrón donde la uva cubierta de polvo melosa madura
el huerto con hileras de choclo zanahoria y remolacha
las abejas que zumban en torno a la semioval colmena
los árboles con suaves retazos de paño paisley en vez de hojas
el estampado marrón de las montañas y el lienzo celeste de pájaros
la ropa tendida a secar los patos de tamaño primitivo
las verdes vides bordadas trepando por los muros
lo hizo para no volverse loca
cuando nos mudamos a Nuevo Méjico o Carolina del Sur
y vivimos en habitaciones donde la pareja vecina
nos despertaba en las noches con sus insultos y gritos
el esposo a golpe de bofetadas con la esposa
y sus sollozos seguidos de un libro o un zapato por el aire
rebotando justo en el lugar donde colgaba el tapiz de María
con sus recuerdos que se han desplazado demasiado lejos de su origen
más lejos aún de un Edén que yo he tratado de sustituir
y de igualar con tarántulas sapos con cuernos y serpientes
y nada tengo que en el destierro se compare a su lana peinada
a los deshechos de los pantalones de cotelé de Darío o al guardapolvos de Elisa
con los cuales una forastera transformó en gentil esta tierra caída
ante la provocación de un tejano y su amor de impuro clima
Leviatán
Una de las líneas de Nazca y una elegía para Pablo Neruda
O hacedores ciertamente él ya estaba en vuestros designios
y sin embargo ni siquiera vosotros con semejantes majestuosos mapas
aquella misteriosa manera de dar forma al abanico
de una cola o capaces de trazar el rumbo de las estrellas
pudisteis haber adivinado una dimensión tan extensa
como la residencia y oda de este cantor
y no obstante de hecho preferisteis que la cadencia respondiera
a la metáfora del hombre que celebró vuestra tierra
aun así no fuisteis perfectos
y todos resultaron mínimos
pues para hacerle justicia sería necesario
una quijada en aparente reposo sobre el fondo del océano
mientras en la altura desde donde el albatros oscurece
el reflejo de la sombra de su cruz sobre la curvatura de las aguas
un geiser tendría que llover sobre las olas
y los surcos del desierto cómo se puede cultivar
un fruto originado en el mar
o tal vez extraído de su propia profundidad la semejanza es evidente
un melón marino sumergido en la hierba del verano
la construcción de tales símiles demanda por lo menos
un hemisferio de solaz y rugidos
pues comparado a su extensión de huracán
aun el Mediterráneo sería igual
a una gota en la lago galáctico
así toda comparación se torna ulteriormente absurda
como las hipérboles de Wyatt y Surrey
donde encontramos enfermos de elefantiasis
los suspiros renacentistas de los amantes
y así de vasto es el loor merecido
tan ponderosa es la barcaza que he intentado navegar
tras un vistazo del poeta cetáceo de Chile
que arribo en vez a una charca de coipos
y con los pies en la tierra firme de la ribera del canal Cow-Cow
hallo más a mi medida las pisadas que deja el ganado
las huellas de las pezuñas y más fáciles para mis ojos las bostas
que las lecturas subcelestes y ultra-aéreas
un retorno sano y salvo a la costa de Tejas
a las aguas poco profundas y a los bajíos nativos
pero al igual que el alma iluminada de Platón
cegado por este fuego negro y con hambre de saber
regreso para darme cuenta que en el estiércol de los caballos
hay una imagen de meteoro y luna
un mojón verde y fresco transformado completamente
aun cuando ya no existe la feroz hermosura de América
y no obstante él todavía nos conduce por un océano de bóveda verde mar
al apogeo de la línea del rayo verde
y de allí a Macchu-Picchu hermano aéreo
a las líneas de Nazca aunque sólo las suyas son las únicas ascendentes
Milagros de María
Ella los realiza día o noche
como cuando da al gato un beso
en su peluda cara de punto azul,
entonces él se estira y amasa suavemente
con su pata contra la mejilla chilena ,
cuando marido y niños bromean y silban,
mas cree en esta vista milagrosa
permitida aún con un testigo indigno.